jueves, 21 de mayo de 2009

Mi vuelta a la bicicleta ha coincidido con la caída de Pedro Horrillo. No volverá al ciclismo profesional, pero no tiene ni lesiones vertebrales ni cerebrales. Después de un sobrevivir a un abismo de 60 metros, es mucho.

Carlos Arribas
le dedicó en El País la crónica del día de la caída. Quiero rescatar las palabras que Arribas pone en boca de Horrillo en un relato de un viaje a Londres.

"también descubrí que nada me proporcionaba más placer en la vida que andar en bicicleta. En aquella vieja bicicleta de hierro que alquilé al hermano de Bruno recuperé el placer de pedalear sin rumbo. Sin límites, sin horarios, sin un camino que seguir. Eso era la libertad, y estoy convencido de que nunca la hubiese saboreado sin esa vieja bicicleta. Aquel hierro me devolvió al ciclismo, es cierto, pero irónicamente, nunca me he sentido tan pleno como ciclista como en aquellos días. Ser ciclista tiene poco que ver con que hagas de ello tu profesión.
Ser ciclista es encontrar la armonía entre tú, tu bicicleta y todo lo que rodea a ambos. Yo en Londres la encontré, y en años posteriores, pocas veces la he vuelto a saborear con la misma intensidad"

yo sigo buscando una definición de qué es ser ciclista ...
"Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos."
J.R Salinger El guardián entre el centeno